Muchas son las personas que desde hace años me han hablado muy bien de Bélgica y muchas también son las veces que yo he ido posponiendo mi visita a este pequeño país únicamente porque pensaba "bueno, ya iré…". Pero hace una semana pude comprobar que todo lo que me dijeron es poco y que Bélgica aún siendo pequeña es un país que no deja de sorprender.
Lo primero que me llamó la atención es que dependiendo en qué ciudad te encuentres y aunque sólo haya 40 km de distancia con la anterior, el idioma que se habla en sus calles puede ser totalmente distinto. Y es que sus idiomas oficiales son tres: francés, neerlandés y alemán. Aunque yo intenté dejar de lado el inglés al que estoy más acostumbrada y que es una apuesta segura en cualquier viaje ;) y practicar ese francés que estudié durante 5 años en el colegio y que nunca tengo ocasión de practicar, jaja. (Aún recuero el libro "Le petit Manuel").
Nuestro primer amanecer en Bélgica fue en Brujas. Aún siendo la más pequeña de las ciudades que visitamos, es la más fotografiada por turistas y es que si soy sincera era hasta incómodo pasear por sus empedradas y preciosas calles ya que al ser fin de semana había miles de personas que se agolpaban en los rincones más bonitos. Pero intentando abstraernos de ese pequeño detalle, Brujas es preciosa.
Entramos paseando por un sendero que hay que bordea el río y que fue de los pocos lugares dónde no había gente así que resultó muy agradable y llegamos al Minnewater (Lago del amor) famoso por su leyenda y sus cisnes. La luz de la mañana que se reflejaba en el agua y los árboles con colores otoñales hicieron de la vista algo especial. y es un buen sitio para entrar andando a la ciudad ya que conecta con la zona céntrica a pocas calles.

Una vez dentro de las callejuelas y rincones de Brujas, sólo hay que relajarse, disfrutar y contemplar la belleza de sus callejuelas, iglesias, puentes y plazas.
Al coincidir con época pre-navideña todo estaba mucho más bonito ya que los mercadillos navideños, las luces y los adornos daban aún más aire de cuento a esta pequeña ciudad.
El rincón más fotografiado de Brujas seguramente sea éste, Rozenhoedkaai:
Un imprescindible si coméis en Brujas son los famosos "Mussels"( mejillones) con salsa de nata en cualquiera de sus restaurantes aunque si podéis evitar las calles más transitadas seguro que os ahorráis unos euros y ganáis en calidad. Y si no os apetecen mejillones, recordemos que estamos en Bélgica y al producto estrella son las patatas fritas ya que al contrario de lo que piensan los americanos al llamarlas "french fries" éstas no tienen su origen en Francia sino en Bélgica :).
Si tenéis la oportunidad de despertar en Gante y vuestro hotel no tiene incluido el desayuno, no os preocupéis, es más, casi mejor. Dicen los amantes del chocolate caliente en la ciudad que empezar el día desayunando uno de los chocolates del café Quetzal http://www.quetzal.be/website/en/ es una de las mejores formas de entrar en calor y disfrutar del que para muchos es el mejor chocolate de la ciudad. Y os prometo que el famoso Chocochino ( taza de chocolate caliente con trocito de brownie) es delicioso.
Gante es una ciudad bastante más grande y con más vida "no turística" que Brujas y hay mucho ambiente estudiantil debido al gran número de jóvenes que estudian allí su Erasmus así que sus calles son bulliciosas y hay locales curiosos dónde pasar un buen rato, eso si, ya que estamos en Bélgica, tomando una cerveza de las mil clases que ofrecen en cualquier cervecería. Mi favorita la famosa Kriek con sabor a cereza!!!

El resto de Gante, las cosas más nombradas las podéis encontrar en guías y webs, sus canales, su calle de Graslei, Korenlei para hacer compras, el famoso puente de San Miguel, su catedral de San Bravo, su Grote Markt y su Castillo...

La ciudad de Bélgica que más me impresionó y de la que pocos me habían hablado fue Amberes, conocida por su puerto y sobre todo pos sus diamantes. Es una ciudad grande, con edificios que rozan el gótico más extremo pero su Groenplaats, su catedral, su castillo y su paseo junto al río "el Steen" son imprescindibles.
Y ya finalizando el viaje visitamos Bruselas, menos espectacular que las anteriores pero la realidad es que su Grand Place es una belleza arquitectónica y dar un paseo por su famosa ruta del cómic y comprar chocolate en sus múltiples chocolatiers es un final de viaje muy especial. Sin olvidarnos de su famoso Atomo gigante que se encuentra a las afueras y que es muy curioso de ver.

Como comprobaréis me falta tiempo y espacio para contar todo lo interesante que tiene Bélgica ese país al que siempre decía " ya iré" y que tras haber ido, digo "espero volver".
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