martes, 4 de julio de 2017

Lo mejor de la Toscana

Aunque con más tiempo se disfruta con más tranquilidad de cualquier rincón del mundo, en esta ocasión no disponíamos de más días para hacer nuestra escapada a la Toscana y cómo las ganas de aventura nos pueden...¿para qué esperar a tener vacaciones?

Empezaré diciendo que programar un viaje a la Toscana desde cualquier ciudad pequeña de España es cuando menos arduo. Empezando con las pocas posibilidades de vuelos directos a cualquiera de los aeropuertos principales de esta región italiana y siguiendo con los precios de los vuelos con conexión que puedes encontrar. Es lo que tiene vivir en una provincia pequeña.
Así que nuestra mejor alternativa sin perder parte del poco tiempo que teníamos para pasar en Italia, pasaba por coger un vuelo directo desde nuestra ciudad a Roma, y desde allí recorrer en coche los kilómetros necesarios para llegar a Siena.

Y así empezamos nuestro viaje. Llegamos a Siena un viernes por la noche, algo cansados pero con ganas de descubrir esta pequeña ciudad. Siena al igual que muchas ciudad y pueblos italianos, tiene un centro cerrado al tráfico rodado, lo que supone una multa costosa si vais y no avisáis al hotel de vuestra entrada y matrícula de coche. Así que ¡evitemos disgustos!

Nosotros nos alojamos en el Hotel Palazzetto Rosso en el centro histórico de Siena, y nos tocó meter el coche de alquiler por calles empedradas y muy muy estrechas que hicieron de nuestra llegada, algo aún más divertido. He de decir, que el hotel se lo recomiendo a cualquiera, es un antiguo palacio italiano de arquitectura etrusca que conserva intactos sus muros pero que se ha reformado con gusto, convirtiendo sus habitaciones y suites en una combinación de decoración moderna y clásica ideal. Los responsables del hotel fueron muy amables y hospitalarios con nosotros desde el primer minuto, cosa a agradecer aún más en hoteles pequeños ya que te hacen sentir mucho más cómodo con el ambiente relajado e íntimo.
www.palazzettorosso.com/










Después de dejar nuestros equipajes, salimos a dar un paseo hacia el restaurante que teníamos reservado para cenar esa noche, Antica Osteria Da Divo. Ya el paseo fue evocador, paseando por esas callejuelas peatonales adoquinadas y que emanan silencio por la noche. A pocos metros del restaurante ya pudimos apreciar el aroma a auténtica comida italiana que salía de su cocina.
Al igual que el hotel, el restaurante es un local de varias alturas, situado dentro de una edificio antiguo, que parece estar en una antigua bodega o cueva. La cena fue espectacular. Pudimos disfrutar de la mejor cocina tradicional toscana y los vinos del Chianti.

Después de otro paseo de vuelta al hotel, nos fuimos a dormir para poder madrugar al día siguiente y ver ya de día todo lo que Siena nos ofrecía.
Tras un desayuno casero en el hotel, salimos a pasear por Siena, descubriendo unos rincones maravillos, su Piazza dei campo, el palacio comunal, su catedral, sus calles empedradas con arcos y palazzettos maravillosos.

Ya a la hora de comer, decidimos recoger nuestro equipaje y seguir . Cogimos el coche para dirigirnos a San Gimignano, Volterra y pasar la tarde en Pisa descubriendo su torre más famosa.

San Gimignano es un pueblo medieval amurallado que se erige en lo alto de una colina toscana con sus altas torres de piedra , vestigio de lo que fue. Es un pueblo fácil y bonito de descubrir paseando sus calles, si los cientos de turistas que encuentras te lo permiten.

Saliendo de San Gimignano, continuamos el viaje en coche a la histórica ciudadela de Volterra. En este pueblo descubrimos arquitectura y arte de muchos periódicos históricos y es una localidad muy tranquila para pasar el día.

Después de comer en Volterra salimos algo apresurados hacia Pisa, ya que habíamos contactado por internet con una guía privada que nos enseñaría los edificios principales de la ciudad.
Nada más aparcar en el centro de Pisa fuimos al encuentro de nuestra guía, que nos enseñó y explicó con detalle la historia y detalles artísticos de su torre, catedral y baptisterio.

No podíamos irnos de Pisa sin subir los escalones que llevan a lo más alto de su famosa torre inclinada y ver las vistas desde lo alto. Para los que visitéis esta ciudad, recomendable el subir andando ya que es mucho más perceptible la inclinación cuando subís por sus escalones de piedra.
Las vistas desde arriba no son nada del otro mundo pero la escalinata merece la pena.

Era ya la hora de dirigirnos a nuestro siguiente destino, donde nos alojaríamos esa noche. Lucca es una ciudad pequeña y amurallada, preciosa, con una plaza oval de las más bonitas que podréis descubrir en Italia y que posee un ambiente y encanto especial.

Como todavía quedaban horas de sol a nuestra llegada a Lucca, después de dejar el equipaje en nuestro alojamiento Villa Princippessa, quisimos recorrer las localidad cercanas de la región de montaña de Gargafagna antes de volver a Lucca a cenar.

Como no, la cena en Lucca fue en su maravillosa plaza, con un buen vino y de fondo escuchando una película en blanco y negro en italiano, que proyectaban en medio de la plaza, haciéndonos revivir la época de la Italia de Fellini más que de 2017.

Después de descansar y disfrutar de un desayuno italiano clásico con cubertería de plata de otra época en nuestra clásica villa, salimos hacia Florencia, localidad que está a menos de una hora en coche.

En Florencia, a la cual llegamos pronto a primera hora de la mañana, optamos por el hotel Room Mate para alojarnos porque está situado muy céntrico y nos permitía desplazarnos a pie por toda la ciudad y aprovechar al máximo el tiempo que pasamos en ella.

¿Qué decir de Florencia? Es una de las ciudad más espectaculares que podréis visitar. Se respira arte e historia en cada calle o plaza. Desde el David, que permanece inmóvil en la Galería de la Academia, impresionando con su tamaño y realismo a cuantos lo visitamos como las numeros obras de arte de la Galleria de los Uffizi, su basílica, su puente viejo, palacios, edificios históricos y hasta las numerosas esculturas que decoran sus plazas.



Al día siguiente tuvimos que volver en coche a Roma para coger nuestro vuelo de vuelta, pero he de reconocer, que aún teniendo sólo un fin de semana para recorrer lo más importante de la Toscana, aprovechando el tiempo, puedes descubrir y disfrutar rincones maravillosos.




sábado, 11 de marzo de 2017

Isla de Java

Hace alguno meses que tenía pendiente esta entrada a mi blog para escribir sobre mi viaje a Java, una isla que me sorprendió y me dejó con ganas de regresar.



Quizás de las islas de Indonesia, Java sea conocida por su nombre pero menos visitada que otras vecinas como la turística Bali. Sin embargo, nada tiene que envidiarle a ésta, ya que Java posee secretos arquitectónicos de belleza sin igual como los templos de Prambanan o Borobudur. Posee unas selvas alucinantes que no te dejan indiferente, con muchas opciones para realizar actividades como trekking o rafting y pueblos muy auténticos que aún no han perdido su esencia, donde conviven de manera respetuosa diversas religiones y culturas como la china, la musulmana, la cristiana, la budista, etc. Además sus volcanes siempre presentes desde cualquier punto de la isla,  permiten al visitante disfrutar de unas vistas increíbles una vez alcanzado el cráter, después de haber disfrutado de una ascensión de horas a pie.


Y como no, las playas de Java donde aún no encontramos turistas como en otras de Asia, y dónde aún puedes sentir esa sensación de tranquilidad y soledad rural mientras disfrutas de sus olas y de su sol.


Llegamos a Java después de una estancia en la turística Bali, y según llegamos a nuestro hotel en Yogyakarta (Yogya para los Javaneses) descubrimos una isla amable, de gente muy  humilde que recibe al visitante con gran respeto y hospitalidad.


Yogya, la capital de la isla es caótica, con mucho tráfico de motos (como en todo Indonesia), de carros de caballos y algún coche. Es una urbe colorida, polvorienta, con madrugadoras mujeres que acuden a las cuatro o cinco de la mañana a los mercados de agricultores locales a hacer la compra del día para preparar la comida de toda la familia.
Una visita obligada es el Palacio del Sultán. Y es que Yogya aún tiene Sultán, y su Palacio visitable durante el día está abierto al pueblo para que disfruten de sus jardines y zonas de sombra en los días más calurosos. En nuestra visita tuvimos la suerte de que la guía que nos acompañó era la cuñada del Sultán y nos contó muy de cerca de historia de su familia. Es cierto, que el Sultán no vive ya sus días más florecientes y las propiedades de éste y sus antepasados en gran medida están convertidas en casi ruinas de una época pasada mucho más favorable para ellos y que ahora sólo recuerda una historia cercana y decrépita que visitar.

Las calles de la ciudad son un paseo por edificios coloniales de otras épocas y puestos de comida callejera que te transportan a un mundo alejado del que estamos acostumbrados en nuestro día a día.




La comida javanesa es picante, muy picante y natural, a base de pollo, cordero, arroz, especias y todo servido en hojas de platanero. Aquí os recomiendo un restaurante local donde no encontraréis ningún turista sino familias de la isla que salen a comer para celebrar algo, Restaurante Pecel Solo Resto, Jalan Palagan Tentara Pelajar No. 52 A, Sariharjo, Ngaglik, Kabupaten Sleman, Daerah Istimewa Yogyakarta 55581.

Para pasar un buen día de trekking en Java, es indispensable subir a su volcán, el monte Bromo desde hay unas vistas espectaculares de toda la isla y desde dónde todo al llegar arriba para mucho más relativo de lo que es abajo.

Pero si tengo un recuerdo de Java que jamás olvidaré es gracias a Borobudur y Prambanan. Aprovechamos el mismo día para visitar estos dos templos. Borobudur es un templo budista ya que su nombre significa "el templo de Buda sobre la colina" y para mi el más impresionante templo que he visitado jamás. No sólo por su arquitectura redondeada en forma de campana, si no por el enclave en que se encuentra en una colina, rodeado de montes verdes y dónde realmente alcanzas un estado de relajación y tranquilidad difícil de igualar. Mi primera vista de Borobudur me dejó sin palabras, y a la vez que subía sus pisos escalonados notaba una energía maravillosa que no me dejó indiferente.























Prambanan está compuesto por pequeños pabellones que forman un conjunto pero en este caso referente para el hinduismo. Cuando estás en Prambanan te sientes como un explorador de alguna película, recorriendo sus viejas piedras erosionadas y ennegrecidas por el paso del tiempo. Y su silueta al atardecer es una de las vistas más bellas que puedas llevarte de la isla.