sábado, 11 de marzo de 2017

Isla de Java

Hace alguno meses que tenía pendiente esta entrada a mi blog para escribir sobre mi viaje a Java, una isla que me sorprendió y me dejó con ganas de regresar.



Quizás de las islas de Indonesia, Java sea conocida por su nombre pero menos visitada que otras vecinas como la turística Bali. Sin embargo, nada tiene que envidiarle a ésta, ya que Java posee secretos arquitectónicos de belleza sin igual como los templos de Prambanan o Borobudur. Posee unas selvas alucinantes que no te dejan indiferente, con muchas opciones para realizar actividades como trekking o rafting y pueblos muy auténticos que aún no han perdido su esencia, donde conviven de manera respetuosa diversas religiones y culturas como la china, la musulmana, la cristiana, la budista, etc. Además sus volcanes siempre presentes desde cualquier punto de la isla,  permiten al visitante disfrutar de unas vistas increíbles una vez alcanzado el cráter, después de haber disfrutado de una ascensión de horas a pie.


Y como no, las playas de Java donde aún no encontramos turistas como en otras de Asia, y dónde aún puedes sentir esa sensación de tranquilidad y soledad rural mientras disfrutas de sus olas y de su sol.


Llegamos a Java después de una estancia en la turística Bali, y según llegamos a nuestro hotel en Yogyakarta (Yogya para los Javaneses) descubrimos una isla amable, de gente muy  humilde que recibe al visitante con gran respeto y hospitalidad.


Yogya, la capital de la isla es caótica, con mucho tráfico de motos (como en todo Indonesia), de carros de caballos y algún coche. Es una urbe colorida, polvorienta, con madrugadoras mujeres que acuden a las cuatro o cinco de la mañana a los mercados de agricultores locales a hacer la compra del día para preparar la comida de toda la familia.
Una visita obligada es el Palacio del Sultán. Y es que Yogya aún tiene Sultán, y su Palacio visitable durante el día está abierto al pueblo para que disfruten de sus jardines y zonas de sombra en los días más calurosos. En nuestra visita tuvimos la suerte de que la guía que nos acompañó era la cuñada del Sultán y nos contó muy de cerca de historia de su familia. Es cierto, que el Sultán no vive ya sus días más florecientes y las propiedades de éste y sus antepasados en gran medida están convertidas en casi ruinas de una época pasada mucho más favorable para ellos y que ahora sólo recuerda una historia cercana y decrépita que visitar.

Las calles de la ciudad son un paseo por edificios coloniales de otras épocas y puestos de comida callejera que te transportan a un mundo alejado del que estamos acostumbrados en nuestro día a día.




La comida javanesa es picante, muy picante y natural, a base de pollo, cordero, arroz, especias y todo servido en hojas de platanero. Aquí os recomiendo un restaurante local donde no encontraréis ningún turista sino familias de la isla que salen a comer para celebrar algo, Restaurante Pecel Solo Resto, Jalan Palagan Tentara Pelajar No. 52 A, Sariharjo, Ngaglik, Kabupaten Sleman, Daerah Istimewa Yogyakarta 55581.

Para pasar un buen día de trekking en Java, es indispensable subir a su volcán, el monte Bromo desde hay unas vistas espectaculares de toda la isla y desde dónde todo al llegar arriba para mucho más relativo de lo que es abajo.

Pero si tengo un recuerdo de Java que jamás olvidaré es gracias a Borobudur y Prambanan. Aprovechamos el mismo día para visitar estos dos templos. Borobudur es un templo budista ya que su nombre significa "el templo de Buda sobre la colina" y para mi el más impresionante templo que he visitado jamás. No sólo por su arquitectura redondeada en forma de campana, si no por el enclave en que se encuentra en una colina, rodeado de montes verdes y dónde realmente alcanzas un estado de relajación y tranquilidad difícil de igualar. Mi primera vista de Borobudur me dejó sin palabras, y a la vez que subía sus pisos escalonados notaba una energía maravillosa que no me dejó indiferente.























Prambanan está compuesto por pequeños pabellones que forman un conjunto pero en este caso referente para el hinduismo. Cuando estás en Prambanan te sientes como un explorador de alguna película, recorriendo sus viejas piedras erosionadas y ennegrecidas por el paso del tiempo. Y su silueta al atardecer es una de las vistas más bellas que puedas llevarte de la isla.







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